El juego de los espejos es el que nos permite conocernos un poco mejor y reconocernos en el otro. El teatro es, para mí, el juego de la ilusión, que nos hace creer que es verdad lo que no es más que ficción. Pero a veces, la ficción puede ser más real que la propia realidad, como cuando Miguel de Unamuno se preguntaba “¿Quién es más real, don Quijote o Cervantes?”

Eduardo Galán

REFORMA INTERIOR DEL TEATRO ROMEA DE MURCIA
La Reforma Interior del Teatro Romea se presenta como la oportunidad excepcional de plantear una actuación basada en:


- Respeto Histórico del edificio.
- Accesibilidad.
- Sostenibilidad.
- Funcionalidad.

La conjunción de estos cuatro principios ofrece el presente proyecto contemporáneo, un proyecto de atmósferas y vacíos construidos con vidrios de distintas cualidades que celebran la experiencia física y táctil de asistir al teatro.

BREVE RESEÑA HISTÓRICA
Desde la construcción del Teatro Municipal en 1862, la obra de Carlos Mancha y Diego Manuel Molina ha sufrido dos incendios y sus consiguientes importantes reformas:

Aunque nació con “Estilo Renacimiento”, tras el incendio de 1877 y, sobre todo, tras el de 1899, Justo Millán lo reconstruyó de inspiración neoclásica, con detalles modernistas. En 1957 el arquitecto Eugenio Bañón modifica la fachada al chaparla de plaqueta cerámica y aplacarla de granito. La última rehabilitación fue en 1985, a cargo de Andrés Oñoro Díaz, quien remodela las fachadas laterales y posterior recuperando el primer proyecto de Millán y añadiendo una cubierta amansardada, además de recuperar el espacio que ocupaba el Conservatorio.

La agitada historia del teatro se ha caracterizado por una continua búsqueda de la adecuación del mismo al contexto histórico, proceso en el que incluso ha modificado su nombre: Teatro Municipal, Teatro de los Infantes, Teatro de la Soberanía Nacional, hasta el actual Teatro Romea. Sin embargo, a pesar de sus numerosas intervenciones, el proyecto arquitectónico ha mantenido siempre su potencia espacial.

El presente proyecto de reforma pretende ser la consolidación del Romea como un teatro contemporáneo, recuperando los espacios de doble altura en la crujía perimetral, responder a los nuevos requisitos como son la climatización a lo largo de todo el año, así como resolver por completo la accesibilidad y el control de uso autónomo del Salón de los Espejos.

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